Los 140 caracteres de Donald Trump
30.01.2017 14:39
Donald Trump es el presidente de los Estados Unidos, pero también es twittero. Lo uno no tendría mucho que ver con lo otro de no ser porque, en su caso, él optó por esta red social como su plataforma de expresión preferida cuando estaba en campaña y ahora que ha iniciado su gobierno.
Ser presidente y ser twittero no son actividades excluyentes; uno puede ser papa, ministro, periodista, expresidente, alcalde, ejecutivo comercial, profesor o presidente del imperio, y al mismo tiempo ser twittero empedernido. Nos gastaríamos la columna para enunciar ejemplos muy ilustrativos para esta afirmación (Francisco I, Álvaro Uribe, Vanessa de La Torre, Federico Gutiérrez, Donald Trump, entre muchos otros). Es raro ver un personaje público que no posea una cuenta en alguna de las múltiples plataformas que existen en la actualidad. Lo claro es que no hay restricciones de ningún tipo que le impidan a nadie y mucho menos a quien tiene una investidura usar las redes para decir lo que piensa.
Las redes sociales son esencialmente y por definición espacios en internet en los que los individuos pueden compartir e interactuar a partir de la información o de la opinión, con la particularidad de que quienes entran en contacto no necesariamente se tienen que conocer previamente, sino que pueden hacerlo a través de ella, y ese es uno de los mayores beneficios de esas comunidades. Las redes son formas de comunicación sencillas y directas que llegan a millones de personas sin mayor costo que el del uso del internet.
Obviamente, si la red social la usa una persona con una investidura de poder, aunque siga siendo un espacio personal las implicaciones de lo que se publique pueden ser mayores; porque aunque advierta en su cuenta o red que se trata de un espacio personal que no compromete la opinión de la institución en la que está, la imagen de dicha organización queda indirecta o indirectamente comprometida.
En el caso de Donald Trump, el twitter es lo suyo. Y no es casual. Una red social con la particular limitación de los 140 caracteres es ideal para personas como él, a las que les gusta lanzar opiniones fuertes e ideas sueltas, pero que estratégicamente evitan entrar en zonas de argumentación. Trump lo sabe y por eso trina, según él sus ideas y convicciones. En su cuenta @realDonaldTrump que ya pasa de los 22 millones de seguidores, lanza ideas, críticas, invitaciones, opiniones y datos que de inmediato generan reacciones en masa. Le dice líder débil a Obama, tilda de medio mentiroso a CNN, se va lanza en ristre contra los latinos y ataca visceralmente a grupos sociales.
Razón les asiste a los españoles Lorena López y Ubaldo Cuesta cuando recuerdan que el sentido de la comunicación corporativa reside en las relaciones con las personas y en que la red social nos permite realizar un zoom hacia los receptores, mirarles a los ojos y hablarles de uno en uno. Pero también aciertan al advertir que las redes igualmente permiten lanzar mensajes globales que generen el mayor de los impactos inmediatos diluyendo la segmentación de los grupos de interés establecidos. Se trata de una posibilidad mediática de “hacer ruido” y poner a circular una idea sin necesidad de sustentarla, lo que hace muy bien el nuevo Presidente de los Estados Unidos.
Trump sabe que una red como twitter es ideal para hacer populismo y llegar a la gran masa, ya que esta vive de emociones, imágenes y percepciones primarias. Es la red idónea para quienes no tienen mayor fondo, o teniéndolo no lo quieren exponer. Por eso lanzan ideas o mensajes que le apuntan más a la emoción que a la razón. De alguna manera, Twitter es desventajoso para la argumentación; para quienes combaten con sus ideas y la fuerza de las mismas. En 140 caracteres es más fácil atacar que analizar, o como dicen las abuelas es más fácil tirar la piedra y esconder la mano.
Aunque se trata de una herramienta muy efectiva, la comunicación que genera no es la más adecuada pues sus limitaciones de extensión generan serios problemas de interpretación y facilita el uso de frases cortantes, ofensas, improperios o insultos a partir de una figura literaria sencilla como la ironía.
Desde la perspectiva de la comunicación estratégica twitter significa viralidad, una especie de voz a voz virtual. De allí que muchas empresas usen esta red social para buscar que se hable de sus marcas en forma constante; intentan crear conversaciones que generen emociones en sus clientes. Una estrategia que funciona bien pues las emociones generan una recordación de marca muy superior a cualquier promesa básica.
Desde el punto de vista de los medios, las redes sociales se han convertido en una nueva fuente de información para ellos. De hecho, a partir de las nuevas posibilidades de comunicación que ofrece la Internet, algunos autores coinciden hoy en la necesidad de repensar el concepto de agenda-setting (teoría que señala cómo establecen los medios los temas de discusión), propuesta por McCombs y Shaw en la década del 70. Para ellos, las redes sociales influyen de manera decidida en el esquema medios - agenda pública; hoy no sólo los medios determinan lo que deben pensar las personas sino que las personas, a través de sus manifestaciones en las redes sociales, y a través de sus tendencias, también definen los temas que cubren los medios.
De eso parece ser consciente el nuevo Presidente de los Estados Unidos, quien a través de su cuenta en twitter pone a hablar a tirios y troyanos de los temas que a él le interesan, como el muro en la frontera mejicana o el papel de la prensa norteamericana. No necesita argumentar, sólo lanza la bola de nieve que comienza a avanzar y a recoger comentarios de todo tipo, alimento para el alma de personas polémicas como Trump.
La misma estrategia del expresidente Uribe, quien sabe que cuando lanza un trino medio país lo replicará porque lo ama y el otro medio porque lo odia. Pero logran con eso que todo el país, o el mundo, hable… bien o mal, pero que hable.
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